Se encuentran a escasos 20 minutos a pie del centro de Sant Andreu, así que ni siquiera es necesario coger el coche para llegar. Si tomamos como referencia la estación de FGC de Sant Andreu, el recorrido es realmente fácil: sólo hay que avanzar 300 metros hasta la calle Lluís Companys y subir en dirección a la montaña. La calle se convierte en breve en una pista de tierra, que deberemos seguir en dirección a la urbanización La Soleia.
En realidad, no llegaremos a entrar en la urbanización, porque en la primera curva (apenas llevamos unos pocos minutos de pista de tierra) veremos un camino que se desvía a la izquierda, paralelo a la pista pero en descenso hacia la arboleda.

La Mola tiene una belleza propia que proviene de su característico color rojizo, arcilloso, muy habitual en las montañas que rodean Corbera de Llobregat, Sant Andreu y Martorell. Además, la erosión ha dado a las rocas unas caprichosas formas redondeadas. Unidas a la tranquilidad del lugar y a la presencia del agua (no os perdáis el salto de agua), el resultado es una excursión que realmente merece la pena.
Aunque en las pozas de la Mola podemos bañarnos, si vais en familia y con niños es más seguro ir a otro punto, un kilómetro más arriba. Para ello, esta vez sí alcanzaremos la urbanización de la Soleia, la cruzaremos y, unos metros antes de llegar al puente de la masia Can Palet (por tanto no llegaremos a cruzarlo), encontramos un camino a nuestra izquierda que desciende hacia el río. Enseguida llegaremos a una zona nada peligrosa, con abudante presencia de agua, ideal para pasar el día en familia o con animales.
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